es la una treinta, y en estos días no me puedo dormir hasta las dos de la mañana, debo respetar horarios. y la espera trae antojos, es inevitable no pensar en comida a estas horas de la noche. y ahora, justo ahora tengo un gran antojo de pasticetas, podría comerme la pasticeta gigante que maipy me enseño en casa de los rojo. mmmmm deliciosas pasticetas.
de niña nunca me pude resistir a ellas, las comía por montones, y es por eso que ahora cargo con la marca de mi pecado. tengo una oreja algo descompuesta por culpa de ellas. parece una marca de nacimiento, es la perfecta imperfección que con el tiempo he aprendido a querer. la escondía y me apenaba de ella, pero ahora la enseño con orgullo, porque son esas pequeñas imperfecciones las que nos hacen bellos.
la historia de como la obtuve es breve. un par de niñas, la hora de la merienda, una hamaca, un hilo de hamaca asesino, un arete con tendencia suicida, pasticetas con leche, unas carreritas, arete decidido a suicidarse en la hamaca, un poco de sangre, muchas lagrimas, un hospital de pueblo, una enfermera con espíritu de carnicera, una cicatriz peculiar y mas pasticetas con leche.
Awrrr... que bonita historia Mi Mirs!
ResponderEliminarEsa no me la sabia...
Y es que las pasticetas son las pasticetas, el azucar suele tener efectos detonantes en los niños pequeñitos, jeje
Te extraño tanto tanto!